4to. año - Lengua- Relatos del viaje - Proyecto educativo institucional del Saint Anthony´s College

Querida hermana,
Ya han pasado demasiados días, inclusive meses desde que me trajeron a mí y a mis otros cinco compañeros a España con ellos. Lo siento mucho por comunicarme recién ahora, y no antes o cuando llegué, fueron unos días difíciles, de mucho movimiento, y con mucha inestabilidad. Es de mi saber que, sin ninguna duda, deben estar preocupados por mí, que tal vez piensan que estoy muerta o que he desaparecido, pero no, aunque no sé qué opción es mejor hoy en día. Te ruego que, por favor, cuides de nuestra familia, de mamá y papá, que cada vez son más grandes y débiles, pase lo que pase no dejes que se los lleven como me llevaron a mí, no sé si ellos aguantarían lo que estoy viviendo con vida.
Al principio, cuando nos llevaron a ese bote grande para trasladarnos con ellos, era una gran incógnita a dónde íbamos o para qué, o con qué razón, solo podíamos suponer, y lamentablemente uno de mis compañeros tenía razón, nos llevaron a sus tierras, donde pertenecen ellos. Fue raro ver a tantas personas de piel blanca con telas colgadas de su cuerpo, pero en realidad, nos informaron que nosotros somos los que estamos realizando nuestros actos y creencias erróneamente. El viaje de ida no estuvo tal mal, fue más largo que lo esperado, no creo haber viajado en bote tanto como lo hice ese día, ya que antes solo lo usábamos para pescar. Se hizo agotador, pero no tuvimos tiempo para descansar después. Primero eran un poco amistosos, no tanto como cuando estábamos en nuestras tierras, pero seguían siendo gentiles. Mis compañeros y yo admirábamos todo lo que se cruzaba por nuestros ojos, su pueblo es muy diferente al nuestro. No sé por qué le dan más valor a ciertos materiales que a otros, pero cuando uno de mis compañeros les preguntó, dijeron que ya nos enteraríamos, que nos iban a enseñar a vivir como se debe. Los días pasaron, y empezaron a cambiar su trato con nosotros, no eran tan buenos como antes, nos vistieron, y nos estuvieron enseñando una creencia nueva, llamada cristianismo. Nos están enseñando cada día cosas nuevas, y nos comunicaron que ustedes también tendrían que tener estas costumbres. Mi compañero de viaje que te comenté antes, siempre fue de decir lo que sentía, pero no lo benefició en absoluto. Ya que, aunque siempre hablábamos entre nosotros, contándome que los españoles nos quieren cambiar, quieren que les sirvamos a ellos, y que también estaba en desacuerdo con lo que él pensaba que tenían planeado para nosotros. Pero una vez uno de ellos nos escuchó. Lamentablemente, nunca más escuche de él. No sé si sigue con vida, si está encarcelado en algún lugar de este gran pueblo o si lo devolvieron a nuestra tierra. Pero aprendí que tengo que obedecer a lo que me dicen y no quejarme, si es que quiero seguir con vida.
Después de varios días, más botes con compañeros, hermanos nuestros, empezaron a llegar, y con todo mi corazón rogaba por no verlos salir de ese bote a ninguno de ustedes. No es porque no los extrañe, lo hago, los extraño demasiado, pero no quiero que vivan por lo que estoy pasando yo. Prefiero no verlos nunca más, sabiendo que están en nuestras tierras, pescando como lo hacíamos antes, sin ningún rastro de tela en nuestro libre y desnudo cuerpo, intercambiando materiales con nuestros hermanos sin preocuparse si uno tiene más valor que el otro, sin tener que rezarle a nadie y sin ser los esclavos de nadie. Si ven que se los quieren llevar, y traer a sus tierras, corran, corran por sus vidas.
Deciles, por favor, a mamá y a papá que los amo, cuídate y viví tu vida al máximo, porque no sabes cuál será tu ultimo día con libertad. No me busquen, solo traerá problemas, con solo saber que no están acá, yo estoy bien, no se preocupen por mí. Les voy a escribir lo antes que pueda, voy a intentar mantenerme en contacto. Los amo mucho,
Carola.