Saint Anthony´s College
4to. año - Lengua- Relatos del viaje
Lengua y Literatura
Lengua
1er Año
2do Año
Leyendas urbanas
Arte
Espacios ideales
Utopía
Literatura inglesa
Reescribiendo quienes somos
3er Año
Lengua
4to Año
Arte
Un buen descenlace
Lengua
Relatos del viaje
Non Fiction (Proyecto 2)
5to Año
Lengua
Poemas - Ecos del yo (Proyecto 1)
Poemas
HOME - CONTACTO -
Tecnología de la información
Diseño web libre
Relatos oníricos
VOLVER
Novedades
Tecnologías 4to
Fotonovela
Taller de Producción 4to
Videoclips y Trailers
RELATO DE VIAJE: MILAGROS CABRERA
Mi gran Cacique, otros cinco hombres están junto a mí. Yamaguchi, el mejor cazador que he llegado a conocer, hombre alto y delgado, con una personalidad tierna en constante contraste con su talento natural para acechar y asesinar. Kageyama, el artesano de nuestras tierras, hombre recto y serio, nunca lo he escuchado hablar, siempre esta absorto en sus pensamientos y en su arte. A su lado se encuentra Oikawa, quien es un orfebre de personalidad tan extravagante y llamativa como sus propias creaciones. De voz suave y relajante estaba mi hermano de otra madre, Sugawara, el más anciano y sabio del grupo, un curandero de diecisiete eclipses de edad. Lo más llamativo, mi Cacique, fue la última persona que me acompañaba en la celda, un joven, Itettsu, apanas diez eclipses de edad, delgado y pequeño como una lombriz, el hijo menor de una familia que criaba animales para sobrevivir. Llevo tres lunas en este barco, pero sigo sin saber a dónde nos llevan, actualmente, nosotros estamos ubicados en una celda de madera que flotaba en el gran océano. Una vez al día, los hombres desconocidos que nos forzaron a entrar a este barco nos dejan un cuenco con agua y pan duro. Constantemente me quejo del hambre, y a su vez, puedo sentir que cuanto más pasa el tiempo mi cuerpo se hace más y más pequeño, como si me convirtiera en un niño otra vez, a mis compañeros parece sucederles algo similar. Preocupado, le pregunte a Sugawara si tenía respuesta a mi enfermedad, pero solo se limitó a decir “¿Sabes quién es más glotón del universo? El cuerpo, ya que cuando el cuerpo tiene hambre y no come, egoístamente y sin piedad se empieza a comer a sí mismo” Mi Cacique, lamento informarle que tampoco tengo idea por qué somos nosotros quienes estamos aquí, tenía la teoría de que quisieron traer a los mejores de nuestras tierras, el mejor cazador, el mejor orfebre, artesano, curandero y yo, el mejor guerrero. Pero esta teoría parece contradecirse al ver al niño, Itettsu, ¿Cuál es su motivo? ¿En qué destaca? Es gentil pero miedoso y ante la mínima provocación es intimidado. Él es tan simple, si no existiera no haría diferencia alguna en el pueblo. En cambio, ¿Qué hay de nosotros cinco? Oh mi gran Cacique, ¿Será usted capaz de encontrar a quienes nos reemplacen si no llegamos a volver? ¿Sera capaz de reemplazarme? Si no vuelvo significa la pérdida de un gran guerrero, la seguridad de la aldea se pondría en peligro ¿Cómo estarán los ancianos y los niños cuando cuenten que no tienen protección alguna ante el mundo? ¿Será posible encontrar a alguien tan fuerte como yo que pueda tomar mi lugar? Haré mi más grande esfuerzo, Gran Cacique, para que no tenga que someterse a una tarea de tanta dificultad. Gran Cacique, el gran mar azul es completamente digno de su nombre, parece infinito. Han pasado 74 lunas desde que escribí por última vez, pero no fui capaz de seguir con mi reporte debido a que no pude ser capaz de escribir sobre la muerte de mis compañeros. Uno por uno, fueron cayendo, los hombres forasteros fueron torturándonos uno a uno hasta nuestro último aliento, todos los días los latigazos aumentaban y las raciones de comida disminuían. El cerebro de Yamaguchi, luego de tantos golpes y tan poco sueño, acabo quedando seco, dejando atrás cualquier rastro de sanidad. Su muerte fue causada porque una noche, el joven Itettsu no podía consolidar el sueño debido al hambre, y el corazón amable y bondadoso de Yamaguchi se llenó de ira y su cabeza se vacío de cordura, nuestro gran cazador atacó a uno de los guardias, quien comía un pedazo de pan frente a nuestra celda. Unos segundos más tarde, Yamaguchi yacía en el piso de la celda, con un agujero en pecho causado por el cruel extranjero, quien no hesitó en acabar con su vida. El gran Yamaguchi, hasta el último momento, el siempre cumplió con su deber, con su mirada convertir al mundo en su presa y con la generosidad de su alma alimentar al pueblo. El siguiente en caer fue el artesano Kageyama, quien se la pasaba constantemente usando su creatividad para burlar a los guardias, con los huesos de ratas muertas o las astillas de la madera, siempre buscaba la manera de crear dardos o espinas para herir a los extranjeros que hacían de guardia. Estos guardias siempre lo descubrían, y siempre lo castigaban a latigazos, pero Kageyama seguía utilizando su ingenio para crear sus trampas. No importaba el castigo, él siempre se levantaba. Una noche, estando más débil que nunca, lo escuchamos hablar, tenía la voz más melódica y hermosa que alguna vez he escuchado. Con sus últimas fuerzas nos contó de sus sueños, de su pasión por el arte, de la gente que amaba e incluso nos cantó una canción. Nosotros, maravillados, escuchamos su voz con total deleite. Esa misma noche, Kageyama cayó en un sueño al cual jamás despertó. El siguiente fue Oikawa, él fue quien mantuvo la esperanza hasta el final, no importaba el golpe, no importaba la situación, él decía que volveríamos y que estaba ansioso de volver a abrazar a su madre. Tanto él como Sugawara eran los primeros en dar su alimento al más débil, el alma de Oikawa estaba llena de ilusiones y alegría, era hermosa sin lugar a duda. Él fue brutalmente asesinado por estos guardias, quienes, al estar en ebriedad, lo sacaron de su celda para golpearlo hasta su último suspiro. Cuando esto sucedió, rápidamente junte mis fuerzas para ir a salvarlo, pero él solo me grito “Estaré bien, ¡volveré!” con una sonrisa, una llena de paz, la sonrisa más brillante que alguna vez vi. Esa fue la última vez que vi a Oikawa. En su momento creí que se había vuelto loco al impedirme ayudarlo, pero en retrospectiva puedo ver que el solo quería que no compartiéramos el mismo cruel destino. Mi gran amigo, Sugawara fue el siguiente en caer, siempre nos ayudaba con nuestras heridas, nos alimentaba cuando no teníamos fuerza y nos cuidaba incluso cuando estábamos durmiendo. La calidez de Sugawara era como la de ningún otro, no sé cómo falleció, solo sé que una mañana él jamás volvió a despertar. Oh, Sugawara, mi hermano, sé que tenías problemas con las pesadillas, mi único deseo es que, por una vez, pudieras tener un pacífico sueño, uno en el que seas libre. La última persona fue Itettsu, antes lo describí como un simple niño, pero no pude haber estado más equivocado, Itettsu era un niño astuto, con un humor ágil y de pensamiento rápido y estratégico, pero siempre manteniendo la pureza de la inocencia en él, una inocencia reconfortante. Él no era débil, fue el niño más valiente que alguna vez he conocido. La noche después de la muerte de Sugawara estaba ahogado en ira y desesperación, me abalancé contra un guardia, con el objetivo de vengar a mi gran amigo, pero otro extranjero se metió en la pelea y me apuntó con su arma. Itettsu se puso entre los dos y recibió el golpe, matándolo al instante. Oh, Itettsu, un niño quien era inteligente, astuto, ágil y bondadoso, describirlo como “simple” fue el mayor error de mi vida. Oh, mi gran Cacique, seré guerrero, habré luchado hasta mi último aliento en cada batalla, pero debo informarle algo, estoy hecho de sangre y piel, tal como usted, tal como los cinco honorables hombres que me acompañaron. Puedo luchar, puedo resistir, pero al final del día soy un simple hombre, un simple hombre que es irrelevante, un hombre tan común que no vale absolutamente nada. No volveré con vida, Cacique, pero no se preocupe, es irrelevante lo que me hagan, nadie puede matarme en una manera que importe. Pero mi gran Cacique, por el legado de estos hombres quiero que sepa que no somos un premio, no somos una victoria, nuestra lucha es nuestra historia, la fuerza de los cinco hombres que jamás se rindieron fue inmensurable, jamás se arrodillaron, jamás se rindieron ante el enemigo y mantuvieron su cabeza en alto con una determinación que hasta los mismísimos dioses envidiarían. Por favor, mi gran Cacique, no olvide nuestra historia, no olvide nuestro poder, convierta este dolor en un símbolo de rebelión y resistencia ante este sadismo. Se lo suplico, no permita que nuestro legado sea solo una sanguinaria historia. Somos mucho más que un cruel destino.
-Milagros Cabrera