Saint Anthony´s College
4to. año - Lengua- Relatos del viaje
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Querido Moctezuma,
Padre, como vos sabés, seis de nosotros somos llevados al Nuevo Mundo, a un lugar llamado Europa. Estos extraños nos pidieron que subamos a una barca muy grande, que busquemos un lugar para acomodarnos y disfrutar del viaje. Despedirme fue lo más duro que tuve que hacer, y me arrepiento de haberme subido desde un principio. Esta travesía fue una de las más largas que viví, ya que teníamos que atravesar el gran océano que se interponía para llegar a nuestro destino. Pensé que todo iba a estar bien, pero no fue así. Habitualmente en casa estamos casi desnudos, pero nos dieron ropa para poder vestirnos y no congelarnos del frío. Lamentablemente perdimos a dos de los nuestros en el camino, me sentí devastada por el suceso. Fue horrible, no quiero morir en estas condiciones. Creo que su muerte no fue solo por el frío, sino que nos hicieron limpiar todo el barco, y si no hacíamos lo que se nos ordenaba, el castigo era la respuesta: días sin comer o utilizaban látigos para herirnos. El tiempo pasó, y fuimos entendiendo cada vez más a estos europeos; sus culturas, sus tradiciones y su religión. Esta religión es muy compleja, ellos nos enseñan cómo es, y la verdad no lo comprendo mucho. Nos describen a sus reyes, y cómo es vivir allí. Como lo relatan, parece que viven en el paraíso, que todo es perfecto, que íbamos a estar entre ellos y que nos aceptarían; pero al momento que bajamos del barco entendí lo que pasaba. Todos estaban ahí, viéndonos, observándonos, hablando entre ellos, criticándonos. Fue espantoso, ver sus rostros y ver que lo que estaban observando era algo que jamás habían presenciado. Pasábamos entre el medio de la multitud y llegamos a contemplar algo extraordinario, un transporte arrastrado por caballos. Nos fueron mostrando su ciudad, los lugares de mayor importancia y finalmente arribamos al castillo de los reyes. Al bajar, los guardias nos escoltaron a la entrada y nos enseñaron el camino al rey y la reina. No sabés lo deslumbrante que era ese sitio, las joyas de la reina, todo era hermoso. Mi compañero de viaje quería saludar al soberano con la mano, pero esta gente pensó otra cosa, pensó que él quería lastimarlos pero no era así. Lo apuntaron con sus armas de fuego y le pusieron esposas “así no hace una locura”. El gobernante, Fernando II de Aragón, se levantó de su bello trono y se dirigió hacia nosotros. Nos observaba de una manera que no te explico, parecía que nos estaba despreciando, que no éramos nada. Entonces dijo “¿Estos son los mejores de su tribu?, porque, si es así, no parecen nada de otro mundo”. Al terminar sus ofensivas oraciones, me di cuenta de que era momento de soltar a la bestia que tengo dentro, de expresarme; pero mis amigos me hicieron callar, para no meternos en un lío. Nos enseñaron el resto del castillo y, por fin, nos sentamos en un lugar lleno de libros, supuestamente es una biblioteca, donde se guardan libros con contenido histórico, o leyendas, relatos para niños. Nos mostraron un poco su historia, y nos preguntaron sobre la nuestra. Mi compañero le dijo cómo eran las cosas en casa, no tardó mucho porque estaba muy nervioso; imaginate que mientras que hablás, te apuntan con un arma. Nos mostraron nuestro cuarto, y parecía como una prisión, porque era una prisión y era para nosotros. Me di cuenta de lo que estaba pasando, y no quería que pase. Yo tenía las esperanzas de que esto iba a ser diferente, pero nos cautivaron contra nuestra voluntad. Tener que trabajar para ellos es mucho para nosotros y nos merecemos mucho más que esto. Los días pasaron, yo quería mandarte esta carta para que supieras que traté de volver; se la di al cartero para que la suba al próximo barco, y lo logró. Espero que te llegue esta carta, así te das cuenta de cómo son ellos en realidad.
Con Amor, tu hija
Vera Moctezuma.
RELATO DE VIAJE: VERA DIMITROFF